Entrevista con el cineasta Guaraní Ariel Kuaray Ortega

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El documentalista Ariel Kuaray Ortega es uno de los pocos realizadores de cine mbya guaraní de Misiones -el otro que sigue sus pasos es Marchal Paredes, camarógrafo de la productora comunitaria La Rastrojera-, y no para de crecer.

Este joven de 31 años nació en la comunidad Tamanduá, de la localidad misionera 25 de Mayo, y actualmente reside en Brasil. No le gustan las entrevistas, y es necesario coincidir con su ener­gía para que decida hablar casi sin reparos. Fue Jurado del Certamen Entre Fronteras del Festival Oberá en Cortos 2017.

Actualmente trabaja en la Productora de Cine Guaraní y en la ONG brasileña Vídeo Nas Aldeias, de Olinda, Pernambuco, y hace 15 años vive en Río Grande Do Sul, lugar al que se fue de su pueblo motivado por un proyecto del Instituto Federal del Amazonas (IFAM), para realizar un registro audiovisual. Tiempo después en su comunidad armaron con los jóvenes un colectivo de cine, para registrar las caminatas de los guaraníes desde Paraguay hacia Argentina y Brasil.

“En el 2007 hicimos el documental Dos aldeas y una caminata, que registra la realidad de las comunidades y las causas de las pérdidas de los terrenos ancestrales guaraníes, la lucha política sobre sus territorios, su cultura, con la idea prin­cipal de difundir esa verdad”, cuenta.

La primera ficción guaraní 

Ortega hizo varios documentales, y ahora con­forma un grupo de cine guaraní que presentó sus películas en Estados Unidos, Francia y Alemania. “En la localidad de 25 de Mayo estamos desa­rrollando nuestra primera ficción. Se trata de una metamorfosis, es la historia de un hombre que se transforma en yaguá (un leopardo).

Se trata de su punto de vista y las razones que lo llevaron a transformarse, porque en nuestra cultura creemos que cualquier persona puede convertirse en un animal, un insecto, un ave si hace alguna cosa en exceso. Y este hombre cazaba mucho, no tenía límites ni respetaba las reglas de la caza, y por eso se transforma en yaguareté. Es una historia real que pasó en la década del 80 en mi pueblo, Tamanduá, cuando yo era chico”, dice.

El registro en primera persona

El joven va a trabajar en esa ficción con Samuel Ezequiel Ramírez, su sobrino (hijo de su herma­na), un estudiante mbya que cursa la carrera de Técnico en Medios Audiovisuales y Fotografía de la Facultad de Arte y Diseño de Oberá de la Universidad Nacional de Misiones (UNaM).

Relata que decidió encarar él mismo el rodaje sobre lo que sucede en su pueblo porque gene­ralmente “siempre viene alguien de otro lado a registrar lo que sucede en nuestras aldeas, y creo que nuestro trabajo impacta de manera positiva en el mundo porque es contado desde adentro y con nuestra mirada”.

Hace unos meses, Ariel Kuaray Ortega partici­pó junto con el Instituto de Artes Audiovisuales de Misiones (IAAviM) en un taller intensivo “Ará Pyau” en lengua mbya guaraní con 16 jóvenes de varias comunidades, y junto a Ernesto de Carvalho, de la organización brasileña Video Nas Aldeias.

“En mi familia hay importantes líderes mujeres”

Ortega destacó el papel de las mujeres de las directoras mujeres, especialmente después de observar como jurado del Festival 2017 la riqueza de los materiales dirigidos por ellas. “Creo que tienen una sensibilidad diferente al momento de filmar.

En este punto de la historia que estamos en la pelea por la igualdad de género, esa sensibilidad es cada vez mayor, eso influyó en gran medida adentro de las comunidades indígenas en Brasil, tratando de acabar con el machismo establecido”.

Detalló que integrantes de su familia fueron líderes espirituales como su abuela y su hermana Jorgelina, y tuvieron un rol muy importante en la sociedad.

“Si entre nosotros existe un machismo es porque estamos influenciados por la cultura occidental. Actualmente se visibiliza más a las mujeres como cacicas. Aunque siempre fueron las madres o las líderes las que tomaban las de­cisiones importantes en nuestra comunidad, aún cuando se cree que la mujer es sumisa, y está detrás del hombre como si él es el responsable de las decisiones”.

Su propia historia habla de que la “vida me en­cuentra viajando muchas veces de la mano de mi compañera, Patricia Ferreira, maestra y cineasta que se encarga de producir cosas sobre el papel de la mujer dentro de la comunidad”.

“Tanto en Argentina como en Brasil pasa lo mis­mo: los aborígenes somos una parte muy impor­tante de la comunidad, pero cuando reclamamos nuestros derechos somos vistos como invasores, nos tratan como extranjeros, no respetan las di­ferencias culturales, tampoco se imparte eso en las escuelas. Creo que las personas necesitan aprender para respetar, inclusive en lo que res­pecta la lengua”, sostiene el realizador.

Cine directo con estilo propio

A la técnica del trabajo que hace lo denomina “cine directo”. Se trata de un estilo propio de gra­bar, y a la cámara se la considera como a una integrante más manejada por un guaraní, aunque sea una herramienta occidental, pero al entrar dentro de la comunidad “tenga nuestra mirada, porque lo que vemos es que cuando alguien de afuera viene a filmar, ve mucho romanticismo e idealiza mucho a los guaraníes, como una mirada romántica de paz y amor; como alguien no conflictivo”.

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